El grito de gol en la tierra de Roberto Fontanarrosa ejerce otro sonido. Y si se da en el club al que el Negro amaba, ni hablar. En Rosario Central, cuadro con giro literario, se vivió una tarde de cuento. Porque en el marco de Argentina Patea, el predio de Arroyo Seco fue sede del torneo interno que determinó a los dos equipos clasificados a la gran final de la Copa de Penales de la LPF.
¡Cómo lo hubiera disfrutado el Negro! Porque no hubo palomitas como las de Poy en su célebre 19 de diciembre de 1971, pero sí voladas de palo a palo de arqueros que intentaron, con mayor suerte algunos que otros, desviar tiros esquinados, difíciles, imposibles. Vaivenes de ocasión en un campeonato que reunió a 44 equipos. Dos de ellos, con ticket al predio Lionel Andrés Messi de Ezeiza para la definición de fin de año.
Boletos a una tarde inolvidable, a un sueño: el de representar al club de los amores con camiseta, medias altas, botines bien atados y guantes ajustados para sacar lo que haga falta. Y acompañado de los ídolos de siempre.
¡¿Quién pudiera?! Bueno: los que podrán serán los integrantes de HCHE -campeón del torneo interno del CARC- y los de El Fondo de las Flores.
Un lindo viaje a Buenos Aires, que siempre de Rosario estuvo cerca, para ir imaginándose tiros, atajadas. Para ir soñando con ganar ese trofeo que en 2022 levantó Arsenal venciendo en la final a Godoy Cruz. Y que ilusiona a todos aquellos que aman al fútbol. Y al sonido del gol que en Rosario se escuchó con todo.