El país es una cancha. La cancha 3 del predio de Ezeiza. La casa de la Selección. Suena el Himno. El “ooh” acompaña la introducción instrumental. Hay 300 representantes del fútbol argentino abrazados, una camiseta de Gimnasia con la 10 del Diez, campeones del mundo como Luis Islas, el Chino Tapia y el Negro Enrique entremezclados con los pateadores y a metros del trofeo que cada uno desea alzar: el del Argentina Patea, la edición bautismo del primer torneo oficial de penales del fútbol argentino que se definió este sábado. Que tuvo como campeón a Arsenal, pero que repartió alegrías en cada uno de los arcos de competición que se colocaron en el perímetro del campo de juego que habitualmente recorren Messi, Di María y cía.
Desde tempranito llegaron de todas partes del país a ejecutar por la gloria. Hombres y mujeres, grandes y chicos que compartieron charlas fuera del campo y que dentro de él jugaron con todo. Llegó gente desde La Paternal, representantes de Argentinos que fueron coacheados por Serafín Dengra, el ex Puma experto en hacer vibrar hasta las fibras de poliéster de la camiseta.
Hubo gente de Boca y también de River. De San Lorenzo y de Huracán. De Central y también de Newell’s… Y entre los santafesinos se destacó Unión y la rompió Colón, con un arquero de primer nivel invitado como el Flaco Vivaldo, quien la descosió hasta que en las semifinales fue eliminado por el Arse y un tiro patentado por Gisela Telmo: carrera como para pegarle de zurda y definición de cara interna de derecha para engañar e inclinar definitivamente la serie.
Argentina Patea disfrutó de una finalísima reñida, con enormes participaciones de Racing -¡qué bien patea el pibe Franquito Almada!- y del Tiburón marplatense. ¡No faltó nadie! Y ni hablar del Tomba, el difícil finalista que le tocó como rival al campeón que salió de Sarandí. Con Islas como uno de los pateadores y el enorme José Pablo Burtovoy desviando penal tras penal, con una intuición envidiable…
Sin embargo, Arsenal sacó el fuego interior. Gisela, capitana sin cinta pero con temple como para portar el brazalete, dio una arenga emotiva previo a los últimos tiros. Gritos que llegaron al corazón y que fueron decisivos para empujar definitivamente a Arsenal al título por sus pateadores pero también por su arquerazo: Nicolás Rosa, la figura.
El juvenil de 19 años, que participó como representante del club en Ezeiza, la descosió en la serie decisiva al mejor de tres tandas de cinco: luego de ir 0-1, fue el responsable de que su equipo se coronara y disfrutara del primer trofeo, el que alzó acompañado de los que saben cuánto pesa la Copa del Mundo. A una semana del arranque del Mundial, Argentina ya la rompió pateando...