Dejà vú de un escenario soñado. Diciembre, calorcito, un equipo amalgamado, vestido de celeste y blanco, llegando a una final y obligado a definirla por penales. Un arquero héroe. Y un grito sagrado.
Casi como si se tratara de una alegoría de Qatar 2022, en el predio Lionel Andrés Messi se celebró la definición de la Copa de Penales de la LPF: 1.200 ejecutantes representaron a decenas de equipos -a sus cuadros de toda la vida- para definir al mejor del año, y con la participación de figuras del fútbol acompañando.
En el marco de Argentina Patea, el primer circuito oficial de penales de la historia, Casino Parque Atlético Tucumán se consagró campeón de la segunda edición de un torneo que nació en 2022 y que tuvo como campeón bautismo a Arsenal.
Un paso a paso soñado
Con su arquero Germán como estrella, atajando dos penales en la serie decisiva y un promedio de dos por tandas, tanto la Copa como el cheque por $ 1.000.000 se fueron para el Jardín de la República.
Atlético sufrió para conseguir esa última victoria ante Defensa y Justicia. De hecho, cuando el equipo llegó a Ezeiza se topó con una noticia: el arquero designado no había podido viajar por cuestiones laborales. Y entonces, Germán dio el paso al frente.
“Antes de arrancar las tandas dije que me tenía fe. Salió bien por suerte, ja”, le contó a Olé el goalkeeper vestido de morado, recién duchado con bebidas isotónicas por sus compañeros. Ritual estilo NFL que se replicó en Ezeiza.
“Vinimos a disfrutar y por suerte se nos dio todo redondo”, disfrutó Germán como representante de un equipo que recibió la Copa de Penales de la LPF de manos de Claudio Chiqui Tapia, presidente de la AFA que estuvo presente en el predio presenciando la definición por equipos. Una que fue precedida por otro campeonato: el individual.
Porque en Ezeiza hubo dos torneos en uno: mientras divididos en zonas los representantes de los clubes de Primera División y los equipos conformados por diferentes patrocinadores competían entre sí para avanzar a la ronda final, también se celebró un campeonato en los que cada pateador demostró su destreza para atinarle al arco con dianas.
Los mejores ejecutantes fueron los que alcanzaron la última serie, donde el desafío ya era mayúsculo. Y es que para ganar, el campeón debía convertirle más goles que sus adversarios a dos arqueros profesionales de élite: Sebastián Torrico y José Pablo Burtovoy. Y en ese certamen se impuso Gabriel González, quien también se llevó su premio de las manos de Chiqui además del cheque de $ 300.000.
Y así, Argentina Patea cerró un año más. Un evento que nació para cumplir el sueño de los hinchas y socios de los clubes: el de representar oficialmente a sus cuadros en un campeonato homologado por la AFA. Sin restricciones de edad ni de sexo.
Donde todos tienen la posibilidad de ser campeones y de consagrarse en un escenario ideal como el de este jueves. Como en Lusail. Como en el barrio. Como en los mismísimos sueños. Argentina, como cada año, sigue pateando.